Si bien la mayor parte de los usuarios que empleamos BIM en nuestro flujo de trabajo tenemos más o menos claro qué es y para qué sirve, a la hora de explicar que es BIM, cada uno lo hará a su manera, centrándose en aquellos aspectos que le resultan más útiles (mejora de la colaboración profesional; coherencia documental; gestión de cambios; gestión de datos; etc).
En lo que estaremos todos de acuerdo es en lo que no es BIM. BIM no es un sistema de representación alternativo al CAD. BIM no es una moda. BIM no es el empleo de software. BIM no es hacer en 3D lo que antes hacíamos en 2D.
En líneas generales, BIM consiste en la representación virtual de una edificación, preexistente o en proyecto, y en la gestión inteligente de los datos asociados a sus elementos. La aplicación de BIM puede ir, por tanto, más allá del proceso de diseño y abarcar el ciclo de vida completo del edificio, permitiendo su control en la fase de construcción, la simulación de su comportamiento o la gestión de su funcionamiento.
Los tres factores más importantes que intervienen en BIM son las personas, las herramientas y los procesos. Conseguir el desarrollo y equilibrio adecuado de estos factores, permitirá obtener el máximo potencial del BIM.
Gráfico: Fuente propia
Es cierto que el principal motivo por el que los técnicos de la construcción nos estamos acercando al BIM, es que las administraciones van a exigir su uso obligatorio en licitaciones públicas de edificación a partir de diciembre del 2018 y en licitaciones públicas de infraestructuras a partir de julio de 2019, por lo que las oficinas que quieran trabajar en proyectos públicos no tendrán otra alternativa que implantar BIM en sus estructuras, o subcontratar el servicio.
No obstante, en cuanto se profundiza un poco en esta metodología, se descubre que su implantación no es ninguna ocurrencia caprichosa, sino que su dominio solo trae ventajas, ya que permite un aumento de la productividad, la reducción de tiempos en cada fase del proceso edificatorio y una mejora sustancial de los proyectos y del objeto inmobiliario final.
En cuanto a la aplicación BIM en nuestro día a día, estamos planteando el modelado de los edificios en el mismo proceso en cómo se ejecutan. Esto nos permite una mejor definición de los sistemas constructivos y la eliminación de indefiniciones, de forma que la puesta en obra es más clara y directa.
Además, la automatización de procesos rutinarios nos está permitiendo reducir el tiempo dedicado a la representación gráfica de los proyectos, y dotar de más tiempo a la fase de diseño, lo que supone otra mejora inmediata del proyecto final.
También nos está permitiendo trabajar en proyectos de mayor importancia y envergadura, de forma colaborativa con otras oficinas técnicas, por lo que no solo hemos incrementado el nivel de nuestro trabajo, sino que además hemos aumentado nuestra exposición y relación con otros profesionales del sector.
En próximos artículos, iremos desarrollando contenido en torno al BIM y daremos algunos consejos de prácticas que nos han sido de gran ayuda para mejorar nuestro flujo de trabajo.
Si necesita Asesoramiento en BIM, puede contactar con nosotros a través de info@modelarkbim.com
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